¿Qué es y para qué sirve la microbiota mamaria?

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Microbiota mamaria y lactancia materna
28 May 2018

El microbioma humano es un tema de gran actualidad. También es objeto de multitud de estudios de investigación en todo el mundo, apoyados por numerosos organismos internacionales. Su mayor conocimiento tendrá implicaciones terapéuticas muy importantes en el futuro. Microbioma es “el conjunto de microorganismos que viven en el cuerpo humano y que mantienen una relación simbiótica con él de tipo comensal o mutualista”. El microbioma es único en cada individuo, a modo de “huella dactilar”. Y la microbiota es la población bacteriana presente en los diferentes ecosistemas del cuerpo humano. Existe microbiota intestinal, vaginal, mamaria…

Cómo ayuda la microbiota al bebé

Sabemos que el feto dentro del útero materno está libre de microrganismos, y ya en el nacimiento comienza a adquirir su propio microbioma. En un primer momento, al pasar por el canal del parto, el feto se coloniza con la flora bacteriana de la madre, y después continúa dicha colonización a través de otras vías, y una de las principales es a partir de  las múltiples bacterias beneficiosas presentes en la leche materna.

Y los beneficios que proporcionan estas bacterias al organismo son muchos:

  • Protegen contra la colonización de bacterias patógenas.
  • Sintetizan algunas vitaminas.
  • Degradan algunos compuestos complejos. 
  • Participan en numerosos ciclos metabólicos.
  • Ayudan al estímulo y maduración del sistema inmunológico del individuo.

Por qué la leche materna no es estéril

No hace mucho tiempo que se pensaba que la leche humana de mujeres sanas era estéril. Estudios recientes han demostrado que esta afirmación está lejos de ser cierta. La leche humana tiene multitud de bacterias de muy diferentes géneros y especies, que cumplen la valiosa misión de colonizar el intestino del lactante y así favorecer la maduración de su sistema inmune entre otros múltiples beneficios, tan importantes en esta primera etapa de la vida.

Se ha estimado que un bebé que tome unos 800 ml de leche materna al día, ingiere entre cien mil y diez millones de bacterias diariamente, convirtiendo la leche materna en un fluido vivo y dinámico.

Cada leche materna tiene su propia composición bacteriana, y no sólo eso, la leche de la misma madre va variando su composición bacteriana a lo largo de la lactancia. Se ha logrado demostrar que la mayor parte de dichas bacterias provienen del intestino materno, y a través de mecanismos de translocación bacteriana, llegan a la glándula mamaria transportadas por células pertenecientes al sistema inmune, sobre todo al final del embarazo y durante toda la lactancia.

Cómo cuidar la microbiota mamaria

Es importante que estas bacterias estén en equilibrio, ya que cuando hay situaciones que lo alteran (como la toma de antibióticos, la retención de leche en la mama, etc.,)  algunas de estas especies bacterianas, comienzan a crecer más de la cuenta. Son el origen de multitud de problemas de la lactancia, que pueden desembocar en las temidas mastitis y abscesos mamarios si no son valoradas y tratadas de forma precoz.

Es en este momento donde cobra importancia la toma de probióticos específicos en algunos casos, que ayudan a reestructurar dicho equilibrio bacteriano junto a otras medidas de gran importancia, como son el adecuado vaciamiento mamario tras las tomas, aplicar frío local en la mama tras las tomas (evitando pezón y areola), prevenir la formación de grietas del pezón... Aunque a veces es preciso tomar algún antibiótico para la resolución del problema.

Por todo ello hay que evitar estas situaciones o factores de riesgo que alteren el equilibrio bacteriano durante la lactancia y cuidar con mimo nuestra microbiota mamaria. Algunos consejos para ello son:

  • No tomar nunca medicamentos (en este caso antibióticos) sin prescripción médica, ni durante el embarazo ni en el posparto.
  • Evitar el estasis de leche en la mama con tomas frecuentes, a demanda, y asegurando un adecuado vaciamiento de toda la glándula mamaria.
  • Realizar una dieta sana y equilibrada, evitando la toma de azúcares procesados.
  • Descanso adecuado y evitar el estrés en la medida de lo posible.
  • Es fundamental una correcta higiene en todo el proceso del embarazo y la lactancia.
  • Prevenir, consultar y tratar, de la forma más precoz posible, los problemas de lactancia que puedan surgir (grietas del pezón, ingurgitación, dificultad en el vaciamiento de alguna zona…), solicitando ayuda profesional de inmediato.
  • Valorar  la toma de probióticos específicos si se presentan uno o varios  factores de riesgo (como la toma de antibióticos durante el parto, mastitis previa, grietas en el pezón…), con nuestro ginecólogo o matrona.
Dra. Elisa García
Ginecóloga y Obstetra del Hospital Clínico San Carlos (Madrid)