Lo que debe saber una embarazada con infección de orina

Los cambios hormonales y anatómicos favorecen las infecciones

infeccion de orina

La infección del tracto urinario (ITU) es la patología médica más frecuente del embarazo, después de las anemias. Su presencia en la gestante puede tener una gran repercusión, tanto en la salud de la madre (anemia e hipertensión) como en la evolución de la gestación (parto prematuro, bajo peso fetal, infección y aumento de la mortalidad perinatal). Estas infecciones afectan a un 5 o 10 por ciento de todas las gestaciones.

Se define la infección del tracto urinario como la presencia de bacterias en el mismo, capaces de producir alteraciones morfológicas y/o funcionales. Mediante el análisis de orina, debemos probar la presencia de bacterias en orina (o bacteriuria) de forma significativa.

El embarazo "favorece" la infecciones de orina


Las modificaciones anatómicas y funcionales de la gestación incrementan el riesgo de ITU. Los cambios morfológicos más importantes durante el embarazo ocurren en el llamado sistema colector. El tracto urinario superior de la gestante presenta dilatación, estando la actividad contráctil de los uréteres (actividad peristáltica) disminuida en el 80-90 por ciento de los casos. Estos cambios se inician alrededor de la semana 20 de embarazo, siendo su máximo desarrollo en el tercer trimestre de la gestación.

Esta dilatación está favorecida por factores mecánicos y hormonales (progesterona), dando lugar a dilatación de la pelvis renal (hidronefrosis) y del uréter (hidrouréter), por la compresión mecánica, con preferencia en el lado derecho del útero gestante dextrorrotado y por la acción hormonal de la progesterona que produce cambios en la pelvis renal y en el sector superior del uréter.

Así, vemos que 9 de cada 10 infecciones del riñón (pielonefritis) se localizan en el lado derecho. Este estancamiento de la orina (ectasia uretero-renal) puede albergar entre 200 y 300 ml de orina, debido a la hipotonía e hipomotilidad de estas estructuras. La resolución de estas modificaciones se produce lentamente después del parto, hasta completarse tras 6-8 semanas.

Cuáles son los factores de riesgo


  • Se considera como primer factor de riesgo el antecedente de ITU previo a la gestación. Aproximadamente del 25 al 38 por ciento de las mujeres que presentan bacteruria asintomática (presencia de abundante cantidad de bacterias en orina sin síntomas) durante la gestación tuvieron antecedentes de infecciones del tracto urinario asintomáticas.
  • Otro factor de riesgo es la mala condición socioeconómica, con una incidencia cinco veces mayor de bacteriuria asintomática.
  • La diabetes gestacional y la pregestacional favorecen la aparición de ITU.
  • Otras situaciones favorecedoras de ITU son: trasplantadas renales, gestantes portadoras de reservorios de bacterias en el intestino y pacientes con lesiones medulares (vejiga neurógena).

Origen de la infección de orina


En general los gérmenes responsables de las infecciones del tracto urinario durante la gestación son los mismos que sin embarazo.

Los principales patógenos se pueden agrupar en: Bacilos gramnegativos, fundamentalmente Escherichia coli (responsable del 85 por ciento de las infecciones). Los segundos en frecuencia son Klebsiella spp. y Proteus mirabilis (suponen el 12 por ciento de los casos). Enterobacter spp. (3 por ciento). Serratia spp., Pseudomonas spp. y Citrobacter spp. representan entre el 1 y 2 por ciento. Estos últimos son responsables de un importante porcentaje de las infecciones del tracto urinario complicadas que requieren hospitalización.

Cocos grampositivos como el Streptococcus agalactiae es el más frecuente en la mayor parte de las poblaciones. Si se detecta durante el embarazo infección urinaria causada por Streptococcus agalactiae, será obligatoria la profilaxis antibiótica durante el trabajo de parto para prevenir la sepsis neonatal, independientemente de que la infección urinaria haya sido bien tratada.

Como podéis ver esta patología es muy frecuente durante el embarazo: muchas ITU son asintomáticas por lo que a pesar de no tener síntomas debemos tratarlas para que no existan complicaciones como la pielonefritis o infección del riñón. 

Dr. Miguel Ángel Herraiz Martínez
Jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Clínico San Carlos y Catedrático de la Universidad Complutense, de Madrid