¿Qué pasa si mi bebé sufre de arritmias fetales?

No suelen suponer un problema cardiaco grave

arritmias fetales

Entre el 1 el 2 por ciento de los fetos tienen algún tipo de arritmia cardiaca. Por lo general son benignas pero entre un 2 a 5 por ciento de éstas suele asociarse alguna alteración estructural del corazón. Hasta un 10 a 12 por ciento de los casos pueden provocar un fallo cardiaco que suponga una retención de líquidos en el feto con la aparición de éste en pulmón, abdomen o tejido subcutáneo… Es lo que los médicos llamamos hidrops fetal no inmune.

Las arritmias más frecuentes son las extrasístoles que suponen el 63 por ciento de todas ellas y dentro de éstas las extrasístoles supraventriculares son las más frecuentes (las que se producen en las aurículas), por lo general son benignas y desaparecen en las primeras semanas tras el nacimiento. Las extrasístoles ventriculares son más raras y suelen asociarse a alteraciones de la estructura del corazón, es decir a cardiopatía congénita.

Qué son las braquicardias y taquicardias fetales


El otro 37 por ciento de arritmias se reparten entre las bradicardias (menos de 100 latidos por minuto-l/m-) y las taquicardias (más de 160 l/m). Las más frecuentes de estos dos grandes grupos son las taquicardias que pueden ser: transitorias, supraventriculares, ventriculares y "flutter" auricular. Por lo general suelen superar los 200 l/m y tanto las aurículas como los ventrículos van al mismo ritmo, pero en algunos casos como ocurre en el "flutter" las aurículas van por ejemplo a 300l/m y los ventrículos a 150l/m.

las taquicardias transitorias suelen ocurrir por fiebre materna o por la toma de algún fármaco que pueda provocar taquicardia fetal, como ocurre con los B-simpaticomiméticos que se utilizan para suprimir las contracciones uterinas en las amenazas de parto pretérmino.

Las taquicardias supraventriculares son las más frecuentes (60 a 70 por ciento) de este grupo y están producidas por una reentrada del impulso cardiaco por la existencia de una vía accesoria en las aurículas. En ocasiones provocan fallo cardiaco derecho y ocasionan retención de líquidos en todo el cuerpo ocasionando el llamado hidrops fetal, suelen aparecer entre las 28 y 32 semanas de gestación. El tratamiento puede ser expectante si no hay fallo cardiaco y con vigilancia estricta ecográfica del corazón fetal. Si ya se empiezan a observar alteraciones en el feto el tratamiento es con digoxina, flecainida o amiodarona, que suelen ir bastante bien, y en el caso de que a pesar de este tratamiento la frecuencia cardiaca no revierta a la normalidad y el feto empeore, lo que tenemos que hacer es sacarlo y que sean los neonatólogos los que lo traten.

El llamado "flutter" auricular supone el 10 a 30 por ciento de este grupo de taquicardias y está ocasionado por grados variables de bloqueo del impulso que va de las aurículas a los ventrículos, por eso las aurículas van a un ritmo y los ventrículos a otro, generalmente suelen ir 2:1 o 3:1, es decir la aurícula a 400l/m y los ventrículos a 200l/m o las aurículas a 300l/m y los ventrículos a 100l/m.

Suelen observarse al final de la gestación y responden bastante bien a fármacos que disminuyen la velocidad de conducción como es el sotalol. Si el tratamiento no es efectivo es mejor extraer al feto por vía vaginal o por cesárea -si está en hidrops- y que los neonatólogos lo reviertan a un ritmo normal como lo harían con un adulto.

Un caso real: bebé con taquicardias


Os contaré un caso de una mujer de 25 años, primeriza sin antecedentes familiares o personales de interés, con todos los controles serológicos, analíticos y ecográficos normales hasta la semana 38 de embarazo; tras realizarle un registro cardiotocográfico en dicha semana, se observó alteración en la frecuencia cardiaca fetal que impedía valorar adecuadamente el registro. Se le realizó un ecocardiograma al feto observándose frecuentes extrasístoles auriculares con rachas cortas (de tres a cuatro latidos) de taquicardia auricular con pausas sinusales cortas tras el fin de las mismas. No se vieron malformaciones cardiacas, ni la paciente estaba consumiendo ningún fármaco, ni padecía anemia o hipertiroidismo. Este caso fue presentado en sesión clínica y se decidió inducción del parto con prostaglandinas. Resultado: un recién nacido de 3,640 kilos de peso que, tras unos días en cuidados medios neonatológicos, fue dado de alta en perfectas condiciones y con dos extrasístoles cada 30 minutos, requiriendo solamente controles.

Dr. Miguel Ángel Herraiz Martínez
Jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Clínico San Carlos y Catedrático de la Universidad Complutense, de Madrid