¿Metabolismo de los lípidos estando embarazada?
Los ácidos grasos vitales, cuando se queman los hidratos de carbono
El combustible principal del organismo de la madre son los hidratos de carbono. Durante el embarazo, estas necesidades son mayores dadas las exigencias metabólicas del feto y de las estructuras que se encuentran en desarrollo en el organismo materno, como el tejido muscular uterino.
A excepción del cerebro materno y del fetal -que pueden emplear únicamente glucosa como combustible- el resto de tejidos están preparados para emplear las grasas o lípidos, una vez consumidos los depósitos de hidratos de carbono en el organismo.
Durante los primeros meses de embarazo se va a favorecer un incremento de los depósitos de lípidos. ¿La razón? Se trata de anticipar las mayores necesidades de ácidos grasos que se van a ser clave a partir del segundo trimestre de gestación.
Cambios metabólicos durante el embarazo
El metabolismo de toda mujer embarazada experimenta ciertas adaptaciones en su organismo con dos finalidades principales:
- Por un lado, permitir la presencia de depósitos energéticos que puedan ser empleados cuando sean necesarios durante la gestación.
- Por otro, favorecer un eficiente uso de los nutrientes disponibles. De este modo, el organismo materno asegura que puedan cumplirse las necesidades materno-fetales en todo momento.
Especialmente a partir del segundo trimestre de gestación, los niveles de glucosa en sangre materna tienden a estar algo aumentados después de las comidas y a ser estables en las horas de ayuno. Este hecho -asociado a un aumento de la resistencia a la acción de la insulina, que disminuye la captación de esta glucosa por los tejidos maternos- va a favorecer la disponibilidad de glucosa en sangre materna, y su paso por la placenta para el crecimiento fetal.
A más glucosa, más depósitos de grasa
De igual forma, estos niveles de glucosa mantenidos van a favorecer la generación de depósitos en forma de grasas. Estos ácidos grasos de origen materno, van a suponer el 50 por ciento de las necesidades de lípidos que necesita el feto para su crecimiento y maduración, los cuales van a atravesar la placenta por un mecanismo denominado pinocitosis. El otro 50 por ciento restante será generado por el propio feto para satisfacer sus propias necesidades.
A más lípidos, más colesterol y triglicéridos en sangre
Durante el embarazo la absorción de lípidos se encuentra aumentada, principalmente en el último trimestre, donde se ve incrementado el tejido adiposo y los triglicéridos circulantes en sangre, para estar disponibles en el caso de necesidad fetal. Es por ello frecuente y no debe considerarse patológico, que en el examen rutinario de una mujer gestante durante el último trimestre de gestación, se encuentren elevados los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre. Este hecho es el efecto analítico que podemos cuantificar de las adaptaciones maternas al embarazo.
El metabolismo de los lípidos durante la gestación, al igual que el de glucosa y proteínas, se ve alterado. Como hemos dicho, en sangre se produce un aumento de triglicéridos, colesterol, fosfolípidos y ácidos grasos libres. Esto se debe para facilitar la captación de éstos por la placenta y facilitar su paso al feto para la generación y proliferación de sus membranas celulares y favorecer el desarrollo del sistema nervioso.
A más lípidos más formación de cuerpos cetónicos
Un efecto del aumento de los lípidos en sangre periférica materna es que existe disponibilidad de éstos para el metabolismo materno. Cuando existen periodos de ayuno, cuando no se ha ingerido en horas, se va a realizar un metabolismo de estos ácidos grasos para transformarlos en glucosa, la principal molécula energética para el cerebro y el corazón. Pero esta generación de glucosa a partir de ácidos grasos conlleva la generación de un producto de desecho, los denominados cuerpos cetónicos.
Estos cuerpos cetónicos no son perjudiciales en cantidades bajas, ya que el organismo materno es capaz de controlar sus niveles mediante su depuración por el sistema urinario. Los cuerpos cetónicos son eliminados por la orina materna, y pueden ser cuantificados en ésta para determinar el estado metabólico de la mujer.
Cuando los niveles son muy elevados, lo que suele ocurrir ya en estados muy extremos o en embarazadas con diabetes, se crea un estado de cetoacidosis, que requiere tratamiento hospitalario. Además, durante el primer trimestre, los cuerpos cetónicos se pueden tener un efecto facilitador de las náuseas y vómitos.
Cómo actúan los lípidos en el feto
La glucosa es la principal molécula energética que emplea el feto. Pero es necesario el transporte de grasas de la madre al mismo a través de la placenta, principalmente para la generación de estructuras como las membranas celulares y su cerebro.
Este aporte materno va a estar favorecido por los niveles elevados en sangre materna. El 50 por ciento va a obtenerse de la madre a través del transporte placentario. Al principio del embarazo, las necesidades son mucho menores; es a partir del segundo y tercer trimestre cuando el hígado del feto se encarga de producir los ácidos grasos que no es capaz de obtener vía placentaria.
El feto presenta una cantidad de grasas en la semana 20 de gestación, que coincide con la mitad del embarazo, de tan sólo un 1 por ciento de su peso.
Este porcentaje va aumentando progresivamente hasta convertirse en un 7 a 8 por ciento en las 34 semanas de embarazo, y hasta un 16 por ciento en el feto en el momento del nacimiento. Por ello, es en el segundo y tercer trimestre cuando el metabolismo fetal contribuirá a la formación de estas grasas.
Los lípidos son esenciales para la creación de las membranas celulares. Además son básicos en la creación de las membranas de las neuronas y de tejidos específicos encontrados en el sistema nervioso central, como la mielina.
Beneficios de ácidos grasos omega 3 en el embarazo
Los últimos años se han establecido múltiples investigaciones acerca de los efectos que los ácidos grasos omega 3 pudieran tener tanto en los adultos, como en los niños, así como en el desarrollo fetal en mujeres que los ingieren estando embarazadas. De estos estudios se ha concluido que los ácidos omega 3 son un elemento beneficioso para evitar enfermedades degenerativas en los adultos y niños y que podría tener un beneficio en el desarrollo del sistema nervioso del feto, si se incluyen en la alimentación de la mujer embarazada.
Existen tres ácidos grasos que forman los omega 3: el precursor es el "Ácido alfalinolénico" (ALA), el cual puede generar "Ácido eicosapentaenoico" (EPA) y "Ácido docosahexaenoico" (DHA). Éste último es el que se ha presentado como el de mayor beneficio.
La cantidad de estos ácidos grasos en el organismo dependen principalmente de la dieta, ya que la transformación en el organismo es escasa e insuficiente. Los alimentos ricos en estos ácidos grasos son principalmente los aceites de pescado. Los niveles adecuados o recomendados de ácidos omega 3, pueden ser obtenidos a partir de una dieta equilibrada y sana rica en pescados.
En el desarrollo fetal, estos ácidos grasos se han implicado de forma directa en el desarrollo de estructuras nerviosas y de la retina fetal. A partir de la semana 31 de gestación, el cerebro del bebé aumenta de complejidad, aumentando las conexiones intercelulares entre las neuronas. Parece haber una relación en la generación correcta de estas conexiones con la presencia de ácidos omega 3, ya que son parte estructural de estas conexiones
Se ha postulado que suplementar el embarazo con ácidos grasos de este tipo podría presentar beneficios, ya no sólo en el desarrollo del sistema nervioso y de la retina fetal, sino evitando complicaciones obstétricas durante la gestación. La realidad científica actual, no nos aporta información actualizada sobre si existe un beneficio real a este respecto.
Los lípidos con los denominados ácidos grasos son moléculas naturales que tienen como característica principal que no son solubles en agua. Entre sus funciones se encuentra el almacenamiento de energía (la odiada grasa corporal), que favorece también un aislamiento térmico del organismo. Los lípidos también forman parte de las membranas celulares e intervienen en el intercambio de información en el organismo y en la absorción de nutrientes, como vitaminas y minerales. Los lípidos se clasifican en simples cuando solo están formados por carbono, hidrógeno y oxígeno, y complejos cuando tienen algún otro elemento orgánico.