Qué hacer con los tumores de ovario durante el embarazo

La mayoría son benignos y se detectan por ecografía

tumores en el embarazo

Los tumores de ovario son relativamente frecuentes durante el embarazo: la gran mayoría de ellos son benignos y tan solo un número pequeño de casos, malignos. Además un importante porcentaje son diagnosticados por casualidad al hacer una ecografía en el primer trimestre de gestación; el resto se diagnostican al referir la embarazada algún tipo de molestia o dolor.

La ecografía es fundamental para el diagnóstico de sospecha de benignidad o malignidad. Por ejemplo, si el quiste tiene una sola cámara, con un contenido líquido homogéneo, sin crecimiento papilar en su interior y sin apenas vascularización, podemos casi asegurar que es benigno. Pero si el quiste tiene varias cámaras con tabiques gruesos muy vascularizados -repletos de vasos sanguíneos y con índices de resistencia bajos al hacer el Doppler-, con crecimiento de papilas en su interior, que afecta a ambos ovarios y con la existencia de líquido libre (ascitis) en la cavidad abdominal, diremos que tiene todas las características de malignidad.

Qué hacer con los quistes benignos


Por tanto, la ecografía es fundamental para discernir inicialmente los buenos de los malos. La resonancia magnética también puede realizar el diagnóstico de sospecha, pero la utilizamos sobre todo para ver si el tumor se ha esparcido por la cavidad abdominal o invade estructuras vecinas.

Por lo general suelen ser quistes lúteos que son fisiológicos y necesarios para que la gestación siga adelante; como es lógico, en estos casos no hay que hacer nada en absoluto. En otras ocasiones son verdaderos quistes benignos, que fuera del embarazo habría que operarlos por laparoscopia, pero que durante él no hace falta y lo único que haríamos es vigilarlos, actuando solamente en caso de que aumentasen rápidamente de tamaño o se torsionasen, lo que produciría importantes dolores.

Tumores de ovario: cuando la situación se complica


Si hubiese que intervenir, intentaríamos quitar la cápsula del quiste y preservar el ovario. También habría que actuar si el quiste benigno fuese de los llamados endometriomas, y que durante el embarazo se rompiera. Ello obligaría a realizar una laparoscopia urgente, quitar el quiste si se puede (a veces están tan pegados a los tejidos vecinos que es imposible) y limpiar profusamente con suero, ya que dejar el contenido del endometrioma es muy irritante y puede llegar a producir una peritonitis química.

La torsión del ovario es relativamente frecuente, provoca importantes dolores y es causa de cirugía laparoscópica urgente. Su objetivo es evitar la torsión del ovario y dejarlo fijo para que no vuelva a hacerlo. En ocasiones el ovario se ha destruido en su totalidad porque el exceso de vueltas de torsión hace que los vasos que lo sustentan se colapsen y dejen de nutrirlo adecuadamente destruyéndose, por lo que no hay más remedio que extirparlo. Finalizado el acto quirúrgico, hay que administrar a las embrazadas altas dosis de progesterona u otros uteroparalizantes para evitar el aborto o el parto pretérmino. Normalmente tras la intervención quirúrgica y los cuidados adecuados la paciente es dada de alta sin problemas.

El inconveniente viene cuando la sospecha es clara de malignidad: entonces las decisiones por parte de la familia y sobre todo de la paciente son fundamentales. Como es lógico hay que informarles exhaustivamente y con todo tipo de alternativas: desde la interrupción voluntaria hasta la prolongación del embarazo el tiempo suficiente para extraer un bebe en perfectas condiciones. Por lo general, salvo excepciones, será el último hijo que tenga la mujer, ya que el tratamiento del cáncer de ovario conlleva como protocolo la extirpación de los ovarios, útero, epiplón, ganglios pélvicos y paraórticos...

Hay que advertir a la embarazada que la quimioterapia puede darse a partir de las 14 semanas de gestación sin que al feto le produzca grandes alteraciones. Si la paciente acepta continuar con el embarazo se procede a operarla intentando extirpar la mayor cantidad de tumor posible. En el postoperatorio habrá que instaurarle uteroparalizantes o/y progesterona para que no se desencadene el parto e iniciar unos días después el primer ciclo quimioterápico. Si todo va bien, y una vez llegado al término de la gestación, se extrae al bebé y se procede a cumplir todo el protocolo quirúrgico del cáncer de ovario y a completar después los ciclos quimioterápicos que le queden por administrar.

Dr. Miguel Ángel Herraiz Martínez
Jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Clínico San Carlos y Catedrático de la Universidad Complutense, de Madrid