Embarazada y con infección de orina, ¿debo preocuparme?

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Infección de orina en el embarazo, qué hacer
12 Ene 2012

La infección de orina es una patología muy frecuente en las mujeres en general, y se trata de la complicación más habitual en la gestación. Puede aparecer hasta en un 10 por ciento de todas las gestaciones. Las embarazadas presentan un riesgo tres veces mayor de padecer una infección de orina que las mujeres no gestantes, debido a que presentan una uretra corta y a los cambios anatómicos que el sistema urinario va a sufrir durante el embarazo. Durante la gestación, el aparato urinario sufre un aumento del volumen renal, favoreciendo la dilatación de la pelvis renal, preferentemente la derecha, se produce la relajación del músculo liso del uréter y una compresión ureteral por parte del útero gestante.

¿Síntomas de cistitis en la embarazada?

Además, se produce una compresión de la uretra y una hiperplasia del músculo uretral, lo que va a dificultar el vaciado correcto de la vejiga. Estos cambios normales van a favorecer el que los gérmenes que normalmente ascienden por la uretra corta de las mujeres puedan proliferar a nivel vesical. Por estas causas se realiza un cultivo de orina a toda gestante durante el primer trimestre de gestación. En el caso de que exista un cultivo de orina negativo, la gestante presenta un riesgo bajo de presentar una infección del tracto urinario durante la gestación. La cistitis es la infección del tracto urinario que más frecuentemente se presenta en las embarazadas. Los síntomas que se producen en la cistitis son el llamado tenesmo vesical (persevera el deseo de micción tras ir al baño), disuria (molestias al orinar), polaquiruia (múltiples micciones) y dolor retro o suprapúbico. Se asocian a orina de aspecto turbio, con sedimento patológico. Pueden presentar, además, hematuria macro o microscópica (sangre en la orina).

¿Cómo se diagnostica la infección de orina?

El diagnóstico se basa en una adecuada historia clínica, a la que se pueden asociar pruebas complementarias como la realización de una tira reactiva de orina con positividad para estearasa leucocitaria o nitritos positivos, o la realización de un sedimento de orina en la que se objetivan más de 3-5 leucocitos por campo. En los casos de infecciones del tracto urinario puede realizarse, además, un urocultivo.

Para su correcta interpretación debe realizarse una correcta recogida de la muestra, previa higiene de los genitales y desechando la primera porción de la micción. Un cultivo positivo presenta la ventaja de, mediante un antibiograma, permitirnos conocer los antibióticos a los que el patógeno es sensible y por lo tanto más efectivos para su tratamiento. No debe confundirse el cuadro de cistitis aguda con el de bacteriuria asintomática. Este último ocurre con relativa frecuencia en la población femenina general sin que produzca síntomas, sin que asocie patología y sin que precise tratamiento. Un caso especial lo forman las embarazadas.

Del 20 al 40 por ciento de las gestantes que presentan bacteriuria asintomática van a poder evolucionar a un cuadro de pielonefritis aguda o infección urinaria en algún momento de la gestación. Por ello, es obligatorio realizar análisis urinarios trimestrales a las mujeres embarazadas para el despistaje de la bacteriuria asintomática y en tal caso, establecer un tratamiento para prevenir las infecciones de orina futuras.

El tratamiento de elección para la mujer gestante que presenta una cistitis es el empleo del antibiótico fosfocina en dosis única o repetida. Su principal ventaja es ser un tratamiento sencillo, corto, altamente eficaz y con menos efectos secundarios que otros antibióticos. Otros antibióticos que pueden emplearse son la amoxicilina, el ácido clavulánico, la ampicilina, las cefalosporinas de segunda generación, la nitrofurantoína o el trimetoprim-sulfametoxazol, entre otros.   El tratamiento específico con un antibiótico puede asociarse a una medicación que mejore los síntomas de la gestante. Para aliviar el dolor suprapúbico puede emplearse paracetamol y como medida preventiva debe fomentarse la ingesta hídrica abundante y el consumo de arándano americano, el cual ha demostrado ser eficaz en la prevención de las infecciones del tracto urinario.