Baños en la playa o piscina, ¿peligro de infección?

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Baños de la embarazada en el mar o la piscina
18 Jun 2018

A las puertas del verano y con las temperaturas altas, comienzan las ganas de darse un buen chapuzón. Por eso, las preguntas más oídas estos días en la consulta de Obstetricia son de este estilo: “¿Puede una embarazada meterse en el agua?, ¿Hasta qué semana del embarazo puedo bañarme?, ¿Es peligroso?, ¿Tengo más riesgo de sufrir infecciones? Y si rompo la bolsa dentro del agua, ¿puedo no darme cuenta…?

El agua es un medio físico estupendo para toda embarazada y se puede disfrutar de forma segura si el embarazo ha evolucionado de forma normal. Esto quiere decir que no tenga la embarazada ninguna contraindicación para bañarse o para realizar ejercicio.

La gestante se encontrará en el agua mejor que fuera, algo lógico por el estado de flotación natural que permite este medio. La mujer se va a sentir mucho más ligera nadando y todo ello va a favorecer el drenaje del líquido acumulado en sus pies y de sus brazos. La temperatura del agua va a permitir que la gestante sienta menos sensación de calor y pueda sobrellevar las altas temperaturas, que en el embarazo se toleran mucho peor.

Cómo es un baño seguro para la gestante

Para la embarazada no es peligrosa el agua de la piscina ni tampoco la del mar, pero si son peligrosas otras situaciones que pueden estar asociadas a los baños. Con un poco de sentido común y cuidado podremos disfrutar de mar y piscina.

Riesgo de infecciones. Al final del embarazo también puede disfrutarse del medio acuático. Tradicionalmente se ha dicho que puede favorecer las infecciones, pero esto solo ocurre en el caso de que la bolsa de las aguas estuviera rota, existiera algún sangrado vaginal o alguna otra causa específica en que el ginecólogo recomendara no sumergirte en agua. Si no es así, puedes seguir bañándote hasta que tu obstetra te recomiende dejar de hacerlo. Intentar evitar las horas de más calor, y cambia el bañador húmedo a uno seco de forma rápida.

Manchas solares. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que la piel de la embarazada puede ser más sensible y generar manchas solares. Igual que cualquier mujer debe protegerse de las quemaduras solares con cremas especiales, durante el embarazo ha de hacerse también con mucho más interés y precaución.

Cuidado con los resbalones. Los cambios anatómicos que sufre el cuerpo de la mujer en la gestación le hacen sentirse un poco más torpe. Esto quiere decir que el tiempo de reacción necesario ante una caída es mayor, y el equilibrio, menor. Ante una ola brusca, un tropezón, o un resbalón, la embarazada es más susceptible a tener una caída. Por ello se debe evitar en el mar zonas de oleaje. En la piscina hay ser mucho más prudentes para evitar resbalones o caídas al agua. Es importante emplear un calzado adecuado y bañarse en aguas tranquilas, dos cosas sencillas que pueden evitar sustos innecesarios.

Sin cambios bruscos de temperatura. La gestante tiene menos tolerancia a los cambios de temperatura, lo que puede ocasionar hipotensiones o bajadas de tensión severas. Por ello, se recomienda que los cambios térmicos sean más graduales que si no estás embarazada. ¿Cómo? Introduciéndote poco a poco en el agua fría o evitando las aguas con temperaturas extremas.

Deportes peligrosos. En el agua has de evitar ejercicios acuáticos que pueden acarrear algún tipo de riesgo de traumatismo, así como evitar las apneas prolongadas. Los deportes no recomendados estos meses de gestación son el submarinismo, buceo o el surf.