Cómo cambian las defensas de la leche materna

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Cómo cambia las propiedades inmunológicas de la leche materna
09 Sep 2025

La leche materna es mucho más que alimento: es la primera vacuna que recibe un bebé. Contiene una amplia gama de sustancias inmunológicas que protegen al recién nacido de infecciones, y preparan su cuerpo para crecer sano. Además, las defensas que proporciona la leche materna al bebé cambia por diferentes motivos.

El paso del tiempo: el calostro y la leche madura

  • El calostro, que se produce durante los primeros días tras el parto, es particularmente rico en anticuerpos, sobre todo en IgA secretora. Es espeso, amarillento y muy concentrado. Basta con unas pocas gotas para ofrecer al recién nacido una dosis potentísima de defensa inmunológica. Por eso es comúnmente conocido como “oro líquido”.
  • Conforme pasan los días y se establece la lactancia, la leche transicional y luego la leche madura siguen aportando defensas, aunque en proporciones diferentes. Incluso la leche de madres que continúan amamantando durante más de un año sigue conteniendo inmunoglobulinas y células inmunitarias activas.

Cuando la madre enferma

Una de las dudas frecuentes que tienen muchas madres es si deben dejar de amamantar si están resfriadas, tienen gripe o alguna otra enfermedad infecciosa. La respuesta general es no. Es mejor continuar con la lactancia, ya que el cuerpo de la madre produce anticuerpos específicos contra esa infección, que son transmitidos al bebé a través de la leche, brindándole una inestimable protección frente a esa enfermedad que está atravesando la madre.

El bebé recibe una protección directa contra el mismo virus o bacteria a la que la madre está expuesta, incluso antes de que su propio cuerpo sea capaz de generar una respuesta efectiva.

Hay excepciones, como ciertas infecciones graves o medicamentos contraindicados durante la lactancia, pero son casos poco frecuentes. Ante la duda, siempre conviene consultar con un profesional de la salud.

La lactancia prolongada

Una idea común, aunque errónea, es que la leche materna “pierde calidad” con el paso del tiempo. La leche materna durante la lactancia prolongada (más allá del primer año de vida) proporciona protección inmunológica del niño. Varios estudios han demostrado que su concentración de inmunoglobulinas, lactoferrina, lisozima y células inmunitarias puede incluso aumentar en fases avanzadas de la lactancia, adaptándose a las nuevas necesidades del organismo en crecimiento.

Durante la segunda infancia, los niños cuando comienzan a socializar más y entran en escuelas infantiles se exponen a nuevos virus y bacterias, y su sistema inmune todavía está en proceso de maduración. Por esta razón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda mantener la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y continuar con lactancia complementaria hasta al menos los dos años de edad o más, ya que se considera que el sistema inmunológico no alcanza un nivel de madurez completo hasta los 24 meses aproximadamente.

En este contexto, la leche materna continúa actuando como una “segunda línea de defensa”:

  • Aporta anticuerpos específicos contra los patógenos del entorno del niño
  • Regula las respuestas inflamatorias.
  • Apoya el equilibrio de la microbiota intestinal, que influye en la función inmunológica.

Cada toma de leche materna durante la lactancia prolongada sigue siendo una dosis activa de protección, personalizada y biológicamente diseñada para el momento vital del niño.

Además, la lactancia prolongada ofrece otros beneficios:

  • Contribuye al consuelo emocional en momentos de enfermedad, estrés o cambios.
  • Fortalece el vínculo madre-hijo.
  • Ayuda a la recuperación más rápida en caso de infecciones o cirugías.

Amamantar a dos bebés o lactancia en tándem

Con la lactancia prolongada, es frecuente que la madre afronte un nuevo embarazo. Y de ahí surge la duda, ¿puedo continuar con la lactancia de mi hijo mayor durante la gestación? Siempre hay que consultar con el médico, pero la respuesta, por norma general, es sí, excepto si existe patología durante el embarazo que recomiende suspender o reducir la lactancia.

En situaciones donde la madre amamanta a dos hijos de distintas edades (o lactancia en tándem) el cuerpo materno demuestra una asombrosa capacidad de adaptación. La leche se ajusta a las necesidades del recién nacido y prioriza la producción de calostro en los primeros días, incluso si el hermano mayor continúa mamando. De este modo, el bebé pequeño recibe todos los beneficios inmunológicos del calostro, mientras que el hijo mayor también accede a esta valiosa sustancia y recibe un refuerzo para su sistema inmunológico. Es importante tener en cuenta que la leche no se “gasta” y es posible amamantar a ambos, siempre dando prioridad en las tomas al recién nacido.

Además, la lactancia en tándem fortalece el vínculo entre hermanos, reduce los celos y permite que el mayor continúe beneficiándose de las propiedades inmunológicas y emocionales de la leche materna. 

Cómo beneficia a la futura salud del bebé la lactancia materna


Los beneficios inmunológicos de la leche materna no se limitan a los primeros meses. Estudios han demostrado que los bebés amamantados tienen menos riesgo de padecer enfermedades crónicas en la vida adulta

  • Diabetes tipo 1.
  • Enfermedad celíaca.
  • Algunas enfermedades autoinmunes.
  • También parecen tener un menor riesgo de ciertos tipos de cáncer en la infancia, como la leucemia.

Además, la leche materna favorece el desarrollo de una microbiota intestinal saludable, que influye en la maduración del sistema inmunitario, con un papel importante en la prevención de infecciones, en la regulación de la inflamación y en la tolerancia inmunológica a lo largo de la vida.

Virginia González González
Ginecóloga en Sanitas y Hospitales Quiron